Por: Romina Ayré
“Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que puede deparar la estación. La naturaleza, plenamente abierta, se siente satisfecha de sí”. De esta manera, Horacio Quiroga, pionero del cuento moderno y naturalista latinoamericano en su cuento El Hijo, pinta un paisaje en el que todo parece en calma, pero en el que algo va a suceder.
La historia trata de un padre viudo que educa a su hijo para que sea libre en su corto radio de acción, con el objetivo de que este adquiera seguridad en su accionar y para ello le ha dado el hábito de la precaución en el peligro. Para este padre dejar a su hijo actuar libremente es despegarse de su egoísmo emocional. El tiempo se detiene justamente en ese día de verano, en el que el hijo va a cazar al bosque con una escopeta que el padre había regalado. El adulto solo le pide que vuelva a la hora de almorzar. Suena la escopeta y el clima es de espera, desde la tranquilidad, pasando por la inquietud, hasta la desesperación cuando la hora del almuerzo pasa y el chico no llega. El padre, quien sufre de alucinaciones desde hace un tiempo imagina lo peor.
Hasta aquí el relato muestra el camino de algo sobre lo cual se debe decidir y que tiene consecuencias irreversibles. Esto recuerda a lo que sucede con una disputa actual, como es la sanción de la “nueva” Ley de Hidrocarburos. “Nueva” porque es la modificación a una ley en la que lo que lo único que se intenta es sacar beneficios económicos, fondos que solo sirven en el corto plazo. Pero esto último no es lo que más debería preocuparnos, pues si dejamos salir solo a nuestro hijo menor con un arma mortal, sin pensar en las consecuencias y creyendo que este será más libre, terminaremos siendo egoístas.
¿Por qué? La fractura hidráulica que promueve orgullosa esta nueva ley conlleva una serie de impactos ambientales y perjuicios para la salud humana. Entre las consecuencias podemos citar: la contaminación de aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano), terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica, todos estos con los ya conocidos efectos sobre la población cercana. Pero además de estos perjuicios tenemos un imparable cambio climático al que contribuiremos si no adoptamos responsabilidad de parar estas megaobras cuando nuestro país puede de abastecerse eficazmente con energías limpias y renovables.
¿Por qué? La fractura hidráulica que promueve orgullosa esta nueva ley conlleva una serie de impactos ambientales y perjuicios para la salud humana. Entre las consecuencias podemos citar: la contaminación de aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano), terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica, todos estos con los ya conocidos efectos sobre la población cercana. Pero además de estos perjuicios tenemos un imparable cambio climático al que contribuiremos si no adoptamos responsabilidad de parar estas megaobras cuando nuestro país puede de abastecerse eficazmente con energías limpias y renovables.
El relato de Horacio Quiroga termina con el hijo muerto y el padre en la ceguera de su alucinación creyéndolo vivo. Muchos de nosotros sabemos sobre el impacto de estas decisiones para con nuestro mundo, por ello no debemos dejar a nuestro hijo salir con la escopeta. Ningún padre dejaría a su hijo librado a su suerte y la única manera de ayudar es actuar para que nuestro futuro y el de las generaciones venideras no tengan que sufrir en el mañana las consecuencias del cortoplacismo financiero, por ello debemos detener el accionar de los que lucran con el hoy.
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