El daño que se ha causado a la naturaleza no es en ninguna forma una novedad. La evasión del tema nos ha llevado a ignorarlo hasta que las consecuencias aparecen inevitablemente. La contaminación y manipulación del medio ambiente está provocando consecuencias catastróficas; aumento en la temperatura media del planeta y en el nivel del mar, tormentas, sequias. Todos estos sucesos nos están advirtiendo lo que parece inevitable.
La novela El Psicoanalista, del escritor estadounidense John Katzenbach, presenta una historia de traición y venganza donde, con el correr del tiempo, la víctima se convierte en victimario. Los papeles se invierten en la trama de la novela y la víctima indefensa, el Dr. Frederick Starks, vuelve, uno por uno, contra aquellos que destruyeron su vida; no hay nada que perder cuando ya no se posee nada. No es difícil imaginar que, al igual que el protagonista de la novela, la naturaleza cobra el papel de víctima. Durante años fue maltratada, devastada y hasta burlada por el hombre, aquel que sin ningún respeto avanzó sobre ella, con una ambición enceguecida, destruyéndola y contaminando aire, agua y tierra.
Las advertencias se han
hecho notar por años, aunque insuficientes para hacer actuar al hombre; ahora,
la naturaleza, como el Dr. Starks, parece estar reaccionando contra aquel, que
sin ningún reparo, intenta manipularla sin tener ninguna consecuencia por ello.
Por la contaminación del agua especies enteras están en peligro de extinción, en
tanto que la contaminación de la tierra provoca sequias que afectan a gran parte de la población mundial;
la contaminación del aire provoca
calentamiento global, del mismo derivan
inundaciones, huracanes y la proliferación de enfermedades por el aumento de
las temperaturas.
Las
advertencias se convirtieron en consecuencias palpables, la naturaleza Starks
emprendió su venganza y, tal cual el personaje, no hay demasiado por hacer
ahora; tal vez, solo intentar apaciguar
la ira o prepararse para cuando el turno
del acto de venganza llegue a cada rincón del planeta.
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